El discurso se terminó, ya no hay más latidos, ya se me han terminado las chuletas que llevaba en el bolsillo trasero del pantalón. Voy a tener que elegir entre hacerme monologuista de un soló sillón; de una sola espectadora que siempre llega cuando el espectáculo ha finalizado y se vuelve a casa sola y apática; y yo sin cobrar, ya menos mal lo hago por gusto; o irme a casa como cada veinticuatro horas atrás silbando desinteresadamente. Ha sido una gustosa e buscada coincidencia conocerte. Adiós.
No hay comentarios:
Publicar un comentario